El Cholo Pescador, es el heredero legítimo de los asentamientos y
pueblos indígenas que vivieron en lo que es la costa de la
península de Santa Helena y la provincia de Manabí.
Por el aniquilamiento al que fueron sometidos, enfermedades
epidémicas y otras causas, estos pueblos fueron desapareciendo
como entidades políticas organizadas, pero sus descendientes
continúan en la pesca, como sus antepasados precolombinos y con
gran suceso.
Los cronistas españoles de estas regiones, siempre destacaron sus
extraordinarias virtudes de navegantes, su enorme valor e ingenio
para las faenas de pesca. Los cholos han heredado y trasmiten, de
generación en generación, estas virtudes aún cuando se han
incorporado ciertos elementos materiales de corte moderno para
las faenas de pesca.
Estos habitantes de color cobrizo, de pequeña estatura pero de
una envidiable fortaleza física, son réplicas vivientes de
expresiones cerámicas precolombinas. Su afición por el mar y la
destreza marinera son ratificadas a diario. Sus peculiares
características culturales (desafortunadamente poco estudiadas)
los diferencian de otros grupos étnicos y el común del habitante
ecuatoriano. Especialmente poseen una estructura social, una
división sexual del trabajo e inclusive una peculiar forma de
expresar sus ideas, que rememora a sus antepasados.
No se puede, ni se debe confundir, al cholo pescador con el
montubio, quien vive "tierra adentro", dedicado a la agricultura.
Se entremezcla su naturaleza con rasgos como el tradicional
amorfino de origen andaluz, pero está simbioticamente unido al
mar, él es su vida, su medio para subsistir, el depositario de
sus anhelos, secretos, leyendas, lo que le permite continuar
allí, pese a lo duro de su lucha diaria. Enfrentándose a la "otra
tecnología" con su destreza y conocimiento milenario de los
secretos del mar que desde tiempos inmemoriales continúa siendo
su universo. (Revista Crucero #18 pag. 2)
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